"Mexicanos y la ciencia"


Octavio Paz 
(1914/03/31 - 1998/04/19)



Nació el 31 de marzo de 1914 en Mixcoac (México) cuando el país se encuentra en plena lucha revolucionaria. Poeta y ensayista mexicano.
Su padre, al igual que su abuelo escribían, además de dedicarse al periodismo y a la política. Estas influencias hicieron que se volcara a la política además de la escritura.

Creíamos que éramos los dueños de la tierra y los señores de la naturaleza; ahora estamos inermes ante ella. Para recobrar la fortaleza espiritual debemos antes recobrar la humildad.
Octavio Paz, La llama doble

Este ensayo, escrito desde la perspectiva de la ciencia, no pretende más que reflexionar para comprender, y en este caso baso mi reflexión aprovechando una faceta del pensamiento de Octavio Paz expresada con toda claridad en La llama doble, obra en la que Paz hace diversas referencias y reflexiones en torno al conocimiento científico, sus significados y efectos en la concepción del hombre y de lo humano. Hasta donde conozco, este es un aspecto del pensamiento de Paz que no ha sido previamente analizado.

La reflexión sobre el hombre, el sexo, el amor y el erotismo lleva a Paz a acercarse a la neurofisiología y a las obras de Gerald Edelman, Marvin Minsky y Oliver Sacks, entre otros; y es que resulta cada vez más difícil pensar al hombre, su vida, su individualidad y el devenir de la cultura, sin hacer referencia a los conocimientos neurocientíficos.

En particular, en La llama doble, de forma paralela al texto central Paz (1993) desarrolla una cosmogonía: desde la materia, el origen del universo y de la vida en la Tierra, a la discusión de algunos de los aspectos más profundos sobre el origen de la actividad mental, el pensamiento y la posibilidad de construir máquinas inteligentes.

Por la mirada original y fresca con que discute diversos temas de la ciencia moderna, incluyendo la cosmología, el origen del universo, el big-bang (gran-pum le llama, de acuerdo con Hernández Campos), los hoyos negros, el origen de la vida, la evolución del hombre y el origen del pensamiento abstracto y de la autoconciencia, se constituye en un buen motivo de reflexión y, a decir verdad, pocas veces los especialistas, estudiosos del cerebro, discuten los temas centrales sobre la mente y el cerebro con la claridad de Octavio Paz; como él mismo apunta, “la ciencia enfrenta actualmente las grandes preguntas sobre el origen y el fin y, particularmente, sobre la mente y la conciencia. El desarrollo de la ciencia ha permitido que el hombre vislumbre la posibilidad de explicar y hasta replicar su conciencia”.


Alfonso Garciá Robles
(Zamora, Michoacán, 1911 - Ciudad de México, 1991) 

Diplomático y jurista mexicano. Sin duda uno de los especialistas más destacados en derecho y política internacional de su país, figura entre los juristas y diplomáticos que contribuyeron a la fundación de la ONU y a la promulgación en 1945 de la Carta de las Naciones. Por la intensa actividad que desplegó a lo largo de su carrera en pro de la desnuclearización y el desarme, recibió en 1982 el premio Nobel de la paz.

García Robles fue el embajador de México en Brasil entre los años 1961 y 1964, y se hizo cargo de la Subsecretaría de Relaciones Exteriores en 1970. A lo largo de este segundo período abordó asuntos multilaterales como los trabajos sobre desarme que se desarrollaban en las Naciones Unidas y encabezó la delegación de su país en el Comité de Desarme.

Presidió también las reuniones para la desnuclearización de América Latina celebradas en México a partir de 1964, que culminarían con la firma del tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina (1967), conocido como tratado de Tlatelolco.

Nombrado embajador emérito en 1981, su carrera se vio coronada en 1982 cuando el Parlamento noruego decidió otorgarle, compartido con la socióloga sueca Alva Myrdal, el Premio Nobel de la Paz, por su labor en pro del desarme internacional. A lo largo de su carrera dio a la imprenta numerosas obras sobre temas diplomáticos y geopolíticos, entre las que destacan El Panamericanismo y la Política de Buena Vecindad (1938), De la Carta del Atlántico a la conferencia de San Francisco (2 vols. 1949), La desnuclearización de América Latina (1967), El Tratado de Tlatelolco (1967) y La Asamblea General del Desarme (1979).

                                       
Mario Molina Henríquez 

Químico mexicano nacionalizado estadounidense.
Nació el 19 de marzo de 1943 en la Ciudad de México.
Cursó estudios en Suiza. Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1965. Cursó estudios de postgrado en la Universidad de Berkeley (California).


Científico mexicano especializado en química atmosférica que investigó los efectos dañinos de los CFC sobre la capa de ozono. De la trascendencia de sus estudios dan fe la firma en 1994 de un protocolo internacional que prohibió la fabricación de CFC y el premio Nobel de química que le fue otorgado en 1995. Mario Molina es, asimismo, una de las figuras más representativas de aquel sector de la comunidad científica comprometido en causas medioambientales como la lucha contra la contaminación.

Molina se dedicó a la investigación sobre la capa de ozono, en el año 1974 publicó junto al estadounidense Sherwood Rowland, un artículo en la revista Nature en el que advertían sobre la creciente amenaza que el uso de los gases clorofluorocarbonos (CFC) suponía para la capa de ozono.

En 1989 trabaja en el Departamento de Ciencias Atmosféricas, Planetarias y de la Tierra del Instituto de Tecnología de Massachusetts. En el año 1994, perteneció al comité asesor sobre asuntos de ciencia y tecnología del presidente Bill Clinton

En 1994 se firmó un protocolo en Montreal: las naciones fabricantes de CFC se comprometían a detener la producción y a sustituirlo por otros compuestos menos dañinos para el ambiente. En 1995, la Real Academia Sueca otorgó a Mario Molina el premio Nobel de química por sus trabajos de química atmosférica, galardón que compartió con F. Sherwood Rowland y con el neerlandés Paul Crutzen. Éste último había descrito en 1970, de forma independiente y complementaria, los efectos destructivos sobre la capa de ozono de los gases contaminantes. El mismo año en que recibieron el Nobel, el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (UNEP) premió también a los tres científicos por su contribución a la protección de la capa de ozono.

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